Comisiones Obreras de La Rioja | 30 diciembre 2024.

DÍA INTERNACIONAL POR LA ERRADICACIÓN DE LAS VIOLENCIAS CONTRA LAS MUJERES

TU COMPLICIDAD MATA

    La Plataforma 8 de marzo convoca una concentración el 25 de noviembre a las 19h en la Concha del Espolón de Logroño para reivindicar el fin de la violencia machista y mostrar su sororidad y compromiso con las victimas de esta violencia.

    22/11/2024.
    concentración 25N2024

    concentración 25N2024

    La Plataforma 8 de marzo, nos sumamos al grito global del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, para denunciar que las violencias machistas siguen atravesando las vidas de las mujeres y que esto supone una gravísima vulneración de sus derechos humanos, contraria a nuestras democracias. Se trata de una realidad terrible que es preciso visibilizar, denunciar, prevenir y erradicar, y siempre escuchar, creer y proteger a las mujeres afectadas. Porque jóvenes y mayores, migradas o racializadas, con discapacidad, excluidas, en situaciones más vulnerables, trabajadoras, pensionistas o en paro, todas las mujeres en nuestra diversidad sufrimos con mayor o menor intensidad estas violencias. 

    No habrá justicia, igualdad y libertad efectivas, ni un presente y un futuro dignos mientras la mitad de la población estemos sujetas al freno y a las consecuencias de la violencia machista de manera estructural.

    En las relaciones personales, en los trabajos, en los espacios de ocio, en la política, en todos los ámbitos de la vida es preciso trabajar para eliminarla por completo y para instalar  la TOLERANCIA CERO frente la violencia de género. Para implementar políticas efectivas para la prevención, que incidan en la destrucción de los estereotipos que sostienen el patriarcado y que terminan desembocando en violencias. Y también, políticas de reparación para las mujeres supervivientes.

    La violencia de género es la representación más extrema de la desigualdad que existe entre hombres y mujeres. Una violencia estructural que supone un atentado contra los derechos humanos que se sucede en todos los países del mundo. A día de hoy no existe ninguna sociedad en el mundo libre de violencia de género.

    Según la macroencuesta de 2019 sobre violencia contra la mujer, el 14,2% de las mujeres en nuestro país (2.905.489 mujeres) ha sufrido violencia física y/o sexual de alguna pareja, actual o pasada, en algún momento de su vida. El 1,8% (374.175 mujeres) ha sufrido violencia física y/o sexual de alguna pareja, actual o pasada en los últimos 12 meses. Y una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida.

    Unas cifras terribles e incompatibles con la democracia y que esconden las vidas truncadas de mujeres, de sus hijos e hijas, de sus familias y amistades.

    Los centros de trabajo no son espacios ajenos a las violencias machistas y, en particular, las situaciones de acoso sexual siguen tratándose de una realidad muy invisibilizada, que las mujeres siguen viviendo en silencio y, a menudo, con miedo a denunciar, con terribles consecuencias para la salud física o psicológica. Sabemos que, ante la falta de apoyo, muchas de estas situaciones terminan en bajas o, incluso, con las mujeres abandonando sus puestos de trabajo. Es intolerable, y debemos comprometernos a no mirar a otro lado cuando esto pasa en nuestros centros de trabajo. Política y sindicalmente debemos seguir poniendo todos los medios necesarios para acabar con esta violencia. 

    Lo decíamos al principio y lo recalcamos ahora. Este 25N el grito global de las mujeres es más fuerte que nunca. Dentro y fuera de nuestras fronteras. En los centros de trabajo, en nuestras casas, en nuestras calles, en todos los ámbitos las mujeres reclamamos un presente y un futuro sin violencias machistas para nuestras niñas, nuestras adolescentes, para nosotras y para nuestras mayores.

    Ponemos toda nuestra fuerza y nuestro compromiso al servicio de esta causa en este momento clave y por momentos descorazonador, en el que ante los avances de los últimos años nos sentimos amenazadas por el negacionismo  mientras los indicadores arrojan datos  insoportables con más de 100 feminicidios por año.  Gritemos juntas, se acabó.

    Hoy, más que nunca, llegó la hora de que la vergüenza cambie de bando. Han sido siglos de un silencio impuesto frente a la infinidad de formas de violencia machista: Institucional, física, psicológica, sexual, económica, simbólica.

    Violencias machistas que son herramientas de control, mecanismos para mantenernos sumisas y subordinadas. Nos han enseñado a callar, a tener miedo, a sentir vergüenza, a que nuestra palabra no tiene credibilidad, que alzarla sería cuestionada y tendría consecuencias, porque el silencio es necesario para mantener la violencia.

    Este proceso de concienciación y lucha tiene muchas protagonistas, Nevenka Fernández, Juana Rivas, María Salmerón, y recientemente Giséle Pelicot, las víctimas de Íñigo Errejón, así como la marabunta que ha desencadenado el caso que ha consistido en la exposición masiva de testimonios de abuso y violencia que sufrimos las mujeres en nuestra sociedad.

    Estamos demostramos, que el silencio de las mujeres ya no es una opción, que el miedo ha remitido, que es posible y necesario construir espacios seguros donde contemos lo punible y lo reprochable. Acompañándonos en defensa de la libertad y en el señalamiento de quienes ejercen violencias machistas y las estructuras que las permiten, reproducen y perpetúan.

    Frente a la reacción, frente a las violencias machistas, frente al individualismo descarnado de un sistema capitalista que hace aguas, más feminismo. Más feminismo porque vinimos a cambiarlo todo, vinimos a demoler privilegios, a derribar estructuras, a crear un mundo mejor, sin violencias contra las mujeres.

    No hay características formales ni descripciones ideales para ser víctima de violencias machistas o para ser un agresor. No importa la edad, ni la clase social ni la nacionalidad, el origen o el nivel educativo.

    El silencio también permite que los agresores ejerzan las violencias machistas con total impunidad, ocultándose tras los pactos de silencio que imponen las propias estructuras patriarcales y que les permiten acallar, solapar, tolerar e incluso crear redes de agresores que actúan dolosamente.

     

    No debemos olvidar al silencio institucional, aliado fundamental que ignora, solapa o simplemente no actúa contra las violencias machistas.

    El silencio no sólo nos hace cómplices, sino que nos convierte en corresponsables de la producción de éstas.

     La indiferencia no es una opción.

    No queremos más silencios ni pasividad, exigimos acciones contundentes contra los comentarios que intentan ridiculizar, exagerar o menospreciar el movimiento feminista, somos responsables de cambiar las cosas y podemos hacerlo.