Comisiones Obreras de La Rioja | 23 abril 2024.

Las mujeres de CCOO La Rioja tomamos la palabra

¿Concilia… QUÉ?

    Para recordarnos cómo el profesorado hizo frente a la "conciliación" durante la pandemia, desde la Secretaría de Mujeres e Igualdad de la Federación de Enseñanza, las compañeras Naiara Cantabrana y Meritxell Moreno nos comparten su experiencia. 

    06/07/2022.
    Las mujeres de CCOO tomamos la palabra

    Las mujeres de CCOO tomamos la palabra

    Empezamos julio y con él el periodo de vacaciones escolares. En la mayoría de los hogares, las prisas matutinas, los horarios, las duchas, cenas y hora de dormir,..., se han podido relajar. Sin embargo, las responsabilidades de cuidados, la necesidad de corresponsabilidad y de contar con una red pública de servicios de atención a menores y a personas dependientes no desaparecen. Ni en verano ni en pandemia. Para recordarnos cómo el profesorado hizo frente a esta situación excepcional, desde la Secretaría de Mujeres e Igualdad de la Federación de Enseñanza, las compañeras Naiara Cantabrana y Meritxell Moreno nos comparten su experiencia. 

    Y de un día para otro, todo cambió. Pero no a mejor. Me vi teletrabajando de maestra, algo que nunca me había tocado hacer; con mis dos hijas menores de 5 años, sola sin mi marido porque él era en esos momentos un servicio esencial y además, estaba preparando unas oposiciones, por lo que todavía tenía más carga de responsabilidad hacia mí. 

    La pandemia multiplicó por mil los cuidados de mis hijas, de la casa, mi trabajo a tiempo completo; mis emociones estaban a flor de piel. Psicológica y anímicamente la situación me superaba tanto como madre y como docente, ya en la segunda semana de encierro.

    Desde que me levantaba tenía a mis hijas reclamando mi atención; mensajes del trabajo a cualquier hora del día y de la noche; tutorías con las familias, reuniones online con mis compañeras de nivel y de ciclo, en las que aparecíamos dos: mi hija pequeña en brazos y yo, mientras que la mayor, estaba sentada en el sofá viendo la televisión porque no podía atenderla de otra manera.

    Los días iban pasando y mi aguante iba mermando. No solo me encargaba de la comida, limpieza, hijas, trabajo durante el día, sino que cuando por fin, las niñas dormían por la noche, me encargaba de preparar los vídeos explicativos de mis clases y de la corrección de los trabajos que mi alumnado me iba enviando.

    Sin contar con que mi contrato antes y durante el encierro era de una jornada reducida por cuidado de hijas y seguí con el mismo,  a pesar de teletrabajar y cuidarlas las 24 horas del día, con la reducción salarial que ello me supuso.

    ¿Cuánto tiempo quedaba libre para mí?

    Era tal la tensión acumulada, que aprovechaba los aplausos de las 20:00h para ver a otra gente y desfogarme cantando a todo pulmón “Resistiré”. 

    Aunque mi marido colaboraba en lo que podía, no fue suficiente para poder sobrellevar esa situación, porque al final la mayor carga de trabajo la sufrí yo.

    Independientemente de las formas en las que cada familia organizase la atención de sus hijos e hijas, el confinamiento supuso una sobrecarga para todas las madres que teletrabajamos. Ser madre durante este encierro, teletrabajando y con una atención exigente hacia mis hijas, me desbordó en todos los ámbitos de mi vida. Pero como dice la canción, “resistí” con dos ovarios.